Carmencita permanece impasible y estatuaria, altiva y noble, con
indecible nobleza racial, hermética, ausente, inatenta a todo cuanto
sucede a su alrededor, solita con su inspiración, en una actitud
tremendamente hierática, para permitir que el alma se eleve hacia
regiones inaccesibles. De pronto, un brinco. Y la gitanilla baila. Lo
indescriptible. Alma. Alma pura. El sentimiento hecho carne. Movimientos
de un descoyuntamiento en ángulo recto que alcanza la geometría viva.
Sebastià Gash.
... i jo, que m'he quedat sense paraules, veient el primer work in progress amb duende...